En Colombia, la semana que terminó este 14 de agosto estuvo dedicada a los jóvenes, a exaltar sus valores, a tenerlos en cuenta en decisiones relacionadas con su futuro, a invitarlos a construir lazos de paz, a dejar de lado la violencia, a no ser indiferentes y a vivir más en comunidad, incluso a seguirlos llenando de promesas e ilusiones, en fin… una larga lista de intenciones.
Sin embargo, sí “andan en su cuento…”, como me respondió en una ocasión un joven en práctica periodística que estaba a mi cargo al hacerle un requerimiento por estar como rueda suelta en el grupo de trabajo, es bueno que sepan, con profundidad y argumentos, cuál es ese ‘cuento’ que tiene armado y no sigan con una amalgama de confusiones.
Aproveché esa Semana de la Juventud e hice un ejercicio entre varios jóvenes, entre ellos mi hija de 18 años, para indagarles si sabían algo de una proclama aprobada por las Naciones Unidas que fija una hoja de ruta de cómo los Estados deben abordar las políticas públicas dirigidas hacia ellos, pero en el entendido de que no se queden en saludos a la bandera, o mejor dicho en “letra muerta”.
Nada más el gesto de sus caras y el encogimiento de hombros me dieron la respuesta que me imagino de haberla expresado seria…: “Y este ‘dinosaurio’ de dónde habrá sacado esa película?”. No tienen idea de la proclama de cinco puntos aprobada en la 1390a, sesión plenaria de la Asamblea General de la ONU, el 7 de diciembre de 1965, y de pronto es lógico por la edad, pero no justificable.
Ante el desconocimiento se las comparto para que afiancen el ‘cuento’ en el que muchos andan, teniendo en cuenta que la ONU estima que, en la actualidad, la población joven del mundo, entre los 15 y 24 años, es de 1.200 millones, pero con una proyección de crecimiento del 7 por ciento para el año 2030, es decir 1.300 millones.
De allí que las Naciones Unidas adviertan: “A medida que los jóvenes exigen más oportunidades y soluciones más justas, equitativas y progresivas en sus sociedades, se necesita abordar con urgencia los desafíos a los que este sector poblacional se enfrenta (el acceso a la educación, la salud, el empleo y la igualdad de género…)”.
“Los jóvenes pueden ser una fuerza positiva para el desarrollo cuando se les brinda el conocimiento y las oportunidades que necesitan para prosperar. En particular, los jóvenes deben adquirir la educación y las habilidades necesarias para contribuir en una economía productiva; y necesitan acceso a un mercado laboral que pueda absorberlos en su tejido”, considera el organismo que aglutina a los países del globo terráqueo.
Los seis principios
La esencia de la proclama, contenida en la ‘Declaración sobre el fomento entre la juventud de los ideales de paz, respeto mutuo, y comprensión entre los pueblos’ se circunscribe a:
Principio I. La juventud debe ser educada en el espíritu de la paz, la justicia, la libertad, el respeto y la comprensión mutua, a fin de promover la igualdad de derechos de todos los seres humanos y de todas las naciones, el progreso económico y social, el desarme y el mantenimiento de la paz y la seguridad internacional.
Principio II. Todos los medios de educación, entre los que se cuenta como elemento de suma importancia la orientación dada por los padres o la familia, y todos los medios de enseñanza y de informaci6n aplicados a la juventud, deben fomentar ideales de paz, humanismo, libertad y solidaridad internacional, y todos los demás que al acercamiento de los pueblos, y deben darles a conocer la misión confiada a las Naciones Unidas como medio de preservar y mantener la paz, y promover la comprensión y la cooperación internacional.
Principio III. Los jóvenes deben ser educados en el espíritu de la dignidad y la igualdad de todos los hombres, sin distinción alguna por motivos de raza, color, origen étnico o creencias, y en el respeto de los derechos humanos fundamentales y del derecho de los pueblos a la libre determinación.
Principio IV. Los intercambios, el viaje, el turismo, las reuniones, el estudio de los idiomas extranjeros, el hermanamiento de ciudades y universidades sin discriminación y otras actividades análogas, deben estimularse y facilitarse entre los jóvenes de todos los países con el objeto de acercarlos en las actividades educativas, culturales y deportivas, conforme al espíritu de la presente declaración.
Principio V. Las asociaciones de jóvenes, en el plano nacional e internacional, deben ser estimuladas para fomentar los propósitos de las Naciones Unidas, en particular la paz y la seguridad internacional, las relaciones amistosas entre las naciones basadas en el respeto de la igualdad soberana de los Estados y la abolici6n definitiva del colonialismo y de la discriminaci6n racial y de otras violaciones de los derechos humanos.
De conformidad con la declaración actual, las organizaciones juveniles deben tomar todas las medidas necesarias, dentro de sus respectivas esferas de actividad, para aportar su contribución, sin discriminación alguna, a la obra de educar a la generación joven en consonancia con estos ideales.
Tales organizaciones, de acuerdo con el principio de la libertad de asociación, deben fomentar el libre intercambio de ideas dentro del espíritu de los principios de la presente declaración y de los propósitos de las Naciones Unidas, tal como se enuncian en la carta.
Todas las organizaciones juveniles deben ajustarse a los principios enunciados en esta declaración.
Principio VI. La educación de los jóvenes debe tener, como una de sus metas principales el desarrollo de todas sus facultades, la formación de personas dotadas de altas cualidades morales, profundamente apegadas a los nobles ideales de paz, libertad, dignidad e igualdad para todos y penetradas de respeto y amor para con el hombre y su obra creadora. A este respecto corresponde a la familia un papel importante.
La nueva generación debe adquirir conciencia de las responsabilidades que habría que asumir en un mundo que estará a dirigir, y estar animada de confianza en el porvenir venturoso de la humanidad.
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