Le pedí una razón, que me diera la razón.
Nunca hubo respuesta, mi mente no la recibió.
Al principio, los días se hicieron crueles.
Ya sabes, la espera.
Padecí un hubiera: Si hubiera dicho esto, si hubiera hecho aquello.
Tuvieron que ponerse en fila las horas para que la mente olvidara el deseo de tener la razón.
Así recordó mi mente que esa persona, a la que grité con ganas de ganarle la razón, me dio algo que no se mide con el pensamiento. Esa persona llena de alma y de silencio me regaló su acto compasivo. Por eso se fue sin palabra y sin gestos,
como ahora volvió,
tan simple y sonriente con la paz como presente.
Poeta invitado: Jorge Mario Sarmiento Figueroa
Ilustración: Turcios
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