Mis labios te invitaron a un beso
de esos que nos desmayan y reviven con la mirada
de esos que llevan páginas escritas en nuestras lenguas
para los días que no nos tenemos.
Sobre las piernas desgrané los dientes
de cuatro cabezas de ajo
les desprendí su cáscara con la sutileza
de quien desviste para acariciar
cuerpo y alma del ser amado
los procesé hasta obtener un puré.
Los tallarines armaron un festín
cuando supieron que los prepararía al ajillo.
El ajo pastoso y deliciosamente apestoso
avisó que se alojaría en nuestro aliento hasta el amanecer.
Después de la cena, las miradas insinuaron el encuentro.
aquellos fueron besos invasivos, consentidos y prolongados
que de a dos con almas de ajo
estremecieron esa noche cuando fuimos uno
pastosos, deliciosa y apestosamente, uno.
Poeta Invitada: Dina Luz Pardo Olaya
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