“Uff… eso es tan viejo, como que el agua moja…”, me respondió un amigo a quien le pregunté sobre la adicción al juego en sus diferentes manifestaciones; ni siguiera me dejó explicarle que me refería al juego a partir del uso de la tecnología.
Lo cierto es que la Organización Mundial de la Salud, OMS, advierte que esto se viene disparando de manera descontrolada, afectando principalmente a la franja de los niños y los jóvenes, pues no se trata de que se apeguen a los videojuegos, sino a los trastornos que produce al ser asociados con el deterioro funcional o los estados de angustia.
Miren lo que consideran los expertos de la OMS que es algo para no ignorar: “Los videojuegos tienen una gran prevalencia en la cultura moderna, especialmente entre los jóvenes, y son un pasatiempo saludable para la mayoría de los usuarios. Sin embargo, en los últimos años ha habido un reconocimiento mundial cada vez mayor entre los profesionales de la salud pública y los académicos de que patrones particulares de videojuegos pueden conducir a un deterioro marcado en áreas personales, familiares, sociales, educativas, ocupacionales u otras áreas importantes del funcionamiento y malestar psicológico durante un tiempo significativo. minoría de jugadores”.
Además, aseguran que las personas que participan en juegos deben estar alerta a la cantidad de tiempo que dedican a esas actividades, particularmente cuando excluyen a las diarias, así como a cualquier cambio en la salud física o psicológica y funcionamiento social.
“En los últimos años, ha habido una convergencia cada vez mayor entre los juegos de azar y las apuestas en diversas plataformas, con la ayuda significativa de Internet. Esta convergencia puede dar lugar a una migración de los juegos a los juegos de azar y a la coexistencia de ambos trastornos”, sostiene la organización mundial.
Más adelante profundiza sobre las consecuencias: “Los problemas de salud asociados con el comportamiento de juego no se limitan a los trastornos relacionados con el juego, sino que también incluyen otros aspectos de la salud, como actividad física insuficiente, dieta poco saludable, problemas de vista o audición, problemas musculoesqueléticos, falta de sueño y afecciones de salud asociadas, como depresión y enfermedades venosas, como tromboembolismo”.
En los últimos años, ha habido una convergencia cada vez mayor entre los juegos de azar y las apuestas en diversas plataformas, con la ayuda significativa de Internet. Esta convergencia puede dar lugar a una migración de los juegos a los juegos de azar y a la coexistencia de ambos trastornos, señalan los expertos.
Ilustran el panorama con prevalencias detectadas en estudios, pero que son variables entre los países porque no hay instrumentos de evaluación para estandarizar el fenómeno. Un indicador puede variar entre el 1,3 y el 9,9 % de su impacto.
“Los daños causados por el juego son importantes. Por ejemplo, estudios a nivel nacional en países de Oceanía indican que los daños potenciales debidos al juego son comparables a los causados por la depresión y los trastornos por consumo de alcohol. Los daños impactan negativamente a los propios jugadores/jugadores, así como a sus familias y comunidad”.
La conclusión de la OMS es que se hace “imprescindible realizar más actividades de investigación internacional, especialmente en el caso del trastorno relacionado con el juego, para obtener una imagen completa de los problemas pasados y actuales, generar estimaciones de prevalencia, informar la planificación de la prevención y el tratamiento y facilitar las comparaciones. Para ello es necesario desarrollar instrumentos psicométricamente sólidos basados en criterios de diagnóstico fiables”.
Bueno, no se trata de señalar, simplemente, que la adicción a los juegos es igual al viejo descubrimiento de que el “agua moja”. Es actuar con premura, porque se está frente a una situación que contribuye con la desestabilización de la salud mental, agudizada en la pospandemia del Covid-19.
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