Parafraseando a Oliverio Girondo
No se me importa un rábano que los hombres
tengan las pelotas como naranjas agrias
que su trasero sea plano como carretera
o que su estatura me iguale
Le doy una importancia igual a cero,
al hecho de que al despertar su aliento de dinosaurio
me expulse de la cama
Soy perfectamente capaz de soportarles una barriga cervecera
que sacaría el primer premio
en una exposición masculina de Botero
o si por el contrario el ser raquíticos
los lleve a ser parte de las pinturas lánguidas
del artista Cantillo.
Pero eso sí -y en esto soy irreductible-
no les perdono, que no me dejen volar
Sino me dejan volar
Pierden el tiempo los que pretendan seducirme.
Y en otra cosa soy irreductible
no les perdono que no vuelvan conmigo
¿Para qué otra mujer terrestre?
Yo la de vuelo hasta para suspirar
perdono todo, menos que corten mis alas
Porque yo por más empeño que ponge en concebirlo
no me es posible ni tan siquiera imaginar
que pueda vivirse en modo poesía, más que volando.
Y volar, hombres, no me hace ajena
a la existencia y sus partos con dolor
Volar, hombres, es saberme en modo poesía
empoderada y libre
amando y saber que me aman bonito
pasito, delicado, con respeto
A mi modo y no el de Girondo
me importa un carajo que no sean los prototipos de hombres
con el que sueñan las doncellas
a mí, Dina Luz Pardo, me basta con que me dejen volar
volar al hacer el amor, volar al pensar
volar para escribir y volar al hablar
porque Callar -para mí-
nunca fue, no es, ni será una opción.
Poeta invitada: Dina Luz Pardo Olaya
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