Una bola de fuego me han sacado del vientre,
púrpura carne blanda, recién hecha,
mirada intensa hasta la tortura.
Yo te saludo, varón.
Calma tu enojo y tu llanto,
no veo sangre en tu piel azulada,
debe ser un buen presagio.
Ya te irás despintando y tus finos torzales
trocarán en suaves rizos.
El milagro ha sucedido,
no sólo por haberte arrojado desde mis profundidades
o por tu hondo respiro al aire
luego de casi trescientos días,
son tus proporciones ciclópeas
las que me vuelven heroína.
Soy una ostra menguada que ofrece su mejor perla.
Aquí termina la jornada y comienza la faena.
Aquí cierro la cuenca y recobro mi cuerpo.
Poeta invitada: Rosa Herrera Bossio.
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