En un interesante artículo de la ‘Revista Cubana de Medicina General Integral’, tres expertos doctores analizan la evolución de la sexualidad a través de la historia y cómo surgen mitos y realidades que hasta hoy siguen arraigadas en nuestra sociedad.
La sexualidad no puede entenderse solo desde un concepto biológico porque sería limitarla a la capacidad reproductiva, cuando abarca muchos ámbitos del ser humano como el aspecto social, cultural, emocional, la identidad, la individualidad y el género.
De acuerdo con Ignacio González Labrador, máster en Pedagogía Sexual, uno de los grandes obstáculos para la compresión de la sexualidad es la influencia de las sociedades pasadas con respecto al sexo; por lo tanto, para la compresión de las dificultades actuales en torno a la sexualidad es importante revisar y analizar el pasado histórico.
La mujer era considerada como pertenencia personal hace más de 500 años, destinada a propiciar placer sexual y a reproducirse, mientras que los hombres tenían derecho a practicar relaciones sexuales con varias mujeres.
“Con la aparición del judaísmo se prohíbe el adulterio, la homosexualidad, aunque en la antigua Grecia había tolerancia a ciertas formas de homosexualidad, pero las mujeres se consideraban ciudadanas de segunda categoría. En Atenas, por ejemplo, carecían de derechos legales y políticos en la misma medida que los esclavos. Solo eran consideradas las portadoras de hijos”, anota González.
En algunas culturas orientales (China e India) se toma una posición más positiva en torno a la sexualidad, pues el sexo no era un hecho que inspiraba terror, ni era pecaminoso, se consideraba como un acto culto y de veneración.
González hace un análisis por separado de hombres y mujeres, y las diferencias en los mitos y tabúes encontrados según el sexo y considera incluso que antes del nacimiento se empiezan a gestar.
A la mujer desde que está en el vientre de su madre se le asigna el color rosado y se espera que sea dulce, cariñosa, suave y pasiva. Además, se marcan desde sus juegos infantiles y su carrera profesional hasta su vida amorosa.
A las mujeres no se les permite manifestar sus deseos, pasiones y necesidades sexuales. Se niegan para ella los espacios públicos porque es de la casa. Se le prepara desde niña para la maternidad y se le enseña que debe ser buena madre, esposa fiel, monogámica, cariñosa, dulce, comprensiva.
No se le estimula el disfrute de la sexualidad, se limita la expresión de su conducta sexual; es decir, se le prepara para satisfacer y atender necesidades de otros, de acuerdo con Emilia Miyar Pieiga, máster en Pedagogía Sexual.
Entre los mitos versus realidades en la sexualidad femenina, según los expertos cubanos, están:
- Mito: Mujer es igual a madre. Realidad: También es científica, policía, presidente.
- Mito: El amor femenino debe ser romántico. Realidad: Es apasionado, sexual, ardiente.
- Mito: Debe tener una pasividad erótica. Realidad: Debe tener iniciativa en las relaciones.
- Mito: Miedo al dolor del primer coito. Realidad: Debe haber confianza y comunicación con su pareja.
- Mito: Las mujeres fingen orgasmos porque temen expresar sus necesidades y al rechazo de su pareja. Realidad: La mayoría de las veces, la mujer no logra el placer sexual por tener un compañero sexual inepto en técnicas coitales.
La nefasta influencia de estos mitos en la mujer hace que no disfrute a plenitud de sus encuentros sexuales y, a largo plazo, pueden aparecer disfunciones sexuales femeninas, como el deseo sexual inhibido, vaginismo, anorgasmias primarias o secundarias, etc.
A los hombres, igualmente, desde el vientre materno, se les asigna el color azul. De ellos se espera independencia, agresividad, fortaleza física, que sean buenos trabajadores, y en ocasiones, sus juegos infantiles influyen en sus vidas profesionales.
“Al varón se le prepara para el espacio público; se le exige un mayor comportamiento sexual y con mayor disfrute y así favorecer también la aparición de mitos masculinos”, afirma, por su parte, Rosa María González Salvat, otra experta en el tema.
“El amor masculino es sinónimo de sexo y de placer, porque se le inculca el disfrute con la sexualidad, ante todo. Debe tener una agresividad erótica, pues tiene que ser él quien tome la iniciativa, la proposición y haga todo en las relaciones sexuales. Después de todo lo anterior, el hombre debe ser padre (esto en un último lugar, lo cual lo diferencia del sexo femenino); no obstante, también al varón desde el punto de vista social se le expropian espacios vitales masculinos”, anota González.
Entre los mitos vs realidades en la sexualidad masculina, están:
- Mito: El Hombre es el macho proveedor, infiel y mal padre. Realidad: Es un padre y esposo presente en su hogar.
- Mito: Los hombres no lloran y no se quejan. Realidad: No expresar sus sentimientos perjudica su salud física, mental y su sexualidad.
- Mito: El tamaño del pene está relacionado con el rendimiento sexual y su virilidad. Realidad: Científicamente el tamaño del pene no está relacionado con el desempeño sexual.
- Mito: Hacer el amor es sinónimo de penetración. Realidad: El sexo es más que penetración hay muchas maneras de erotizar una relación.
- Mito: El hombre debe tener siempre la iniciativa en las relaciones sexuales. Realidad: Las mujeres también deben tener iniciativa que expresen su sexualidad.
La influencia negativa de estos mitos y tabúes, favorecen la aparición de disfunciones sexuales en el hombre como el deseo sexual inhibido, las disfunciones eréctiles, la eyaculación precoz, etc.
Más allá de los mitos, hombres y mujeres desconocen cómo funciona su sexualidad, con muchas preguntas y poca orientación y es así como de adultos son incapaces de practicar sexo oral porque lo consideran sucio, cuando en realidad es una expresión sublime y mágica de la sexualidad humana.
No Comments