¿Por qué no quisiste perdonarme? Te busqué desesperadamente, pregunté por ti, fui a buscarte a tu nueva residencia. Creí que íbamos a estar juntos en la misma habitación estudiantil, quizás solos en otro sitio apto para una joven pareja universitaria, pero juntos finalmente.
Cuando recapacité acerca de mi error, estuve presto a implorarte para que me permitieras sincerarme contigo y solo recibí tu rechazo. Sé que tenías el corazón destrozado y tenías razón, pero no tenías derecho a dejarme sin darte una explicación, aunque yo sabía el motivo de tu intransigencia.
Sí, cometí un error y ambos fuimos culpables del desenlace de nuestra historia; yo por buscar placeres en otro cuerpo y tú por tu bendito orgullo. Al final fuiste tu quien definió nuestro destino, tanto para alejarte, como para regresar a mí.
Aun con el paso del tiempo seguía preguntando por ti, pensando en ti, porque tu recuerdo nunca se borró de mi memoria. Siempre supe que volvería a verte porque a Dios eso le pedí, pues ahora tengo ese deseo concedido.
Te imaginaba casada con ese hombre que hubiera podido ser yo, con esos hijos que hubieran sido fruto de nuestro amor, te imaginaba llenándolo de ternura como una vez lo hiciste conmigo, besando labios que no eran los míos, acariciando una piel que no era la mía y sentí celos de ese hombre. Realmente esos besos, esas caricias y esos cuerpos ajenos al mío no fueron capaces de descubrir lo que se escondía en esa mirada tierna de la niña que convertí en mujer. Para mi fortuna, esos hombres de tu vida solo fueron almas fugaces que se centraron en poner a prueba su virilidad y no alcanzaron a dimensionar lo que tenían entre sus manos.
Hoy, después de 30 años apareces sin previo aviso y no me has dado espera a que ponga en orden esa ráfaga de emociones, sentimientos, pasión, deseo y amor detenido en el tiempo. Me bombardeas con preguntas, me pides que te enseñe a amarme, hasta me haces el amor en silencio. Nunca esperaste o pediste algo a cambio, solo me amas y me deseas tanto como yo. Haces conmigo lo que nunca hiciste con otros; por eso sé que siempre conmigo será tu primera vez.
Ya han pasado dos meses desde que nos reencontramos y sigo recordándote con la misma ternura. Ahora veo que eres la versión mejorada de lo que tuve; eres mi boomerang, aunque hayas regresado a mi después de mucho tiempo. Encontraste el camino porque solo yo tengo el mapa de tu cuerpo y la llave de tu mente. Saber cómo llegar a ti fue algo que nunca se borró de mi pensamiento.
Igual que tú, mi piel busca tus caricias y ya no se conforma con evocar el recuerdo de tus manos recorriendo mi ser. Ahora, solo yo te siento más madura, más entregada y dispuesta a entregarme lo que siempre fue mío. Finalmente me preguntaste si me gustaría olvidarte o recordarte; dije que siempre quiero recordarte porque nunca he pensado en olvidarte. No hay reproches, solo entrega sin reservas.
Tania Castro
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