Al verlos servidos frente a mí
mis ojos ansían devorarlos.
Mi olfato
—percibiendo todos sus aromas—,
se inspira en cenas repetidas
cada fin de año,
con igual sensación de provocación.
Mi boca desea ser instrumento
para hacerlos parte de mí,
sentirlos en su punto crujiente,
con mil coloridos
y estallidos al encuentro.
¡Hecho!, el filo de mi apetito
los ha atravesado.
Los acerco a mis labios,
fluyen revolucionados
mis vasos sanguíneos.
En mi boca, mastico y mastico
esta suculenta chuleta de cerdo,
con unos crujientes y suaves
chicharrones,
acompañados de yuca y bollo limpio.
Esto es lo que llamaría
provocaciones desde la piel
para provecho del estómago.
Por eso exclamo:
¡Oh!, manjar,
¡oh!, manjar,
qué apetecible manjar.
Poeta invitada: Dina Luz Pardo Olaya
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