A Elena, quien nunca creyó ser “bestia” herida.
Entonces fue bestia
y la bestia vio a otra frente a él
a una dócil, desarmada, echada en tierra
en quien lanzó sus patadas en repetidas marchas
Él rebuznaba jactancioso de su acto bestial
ella lloró con desgarro sin poder defenderse
él tomó impulso y emprendió una nueva marcha
Casi moribunda, la domada y herida, dejó de llorar
quedó en tierra, semi muerta, semi viva.
La bestia salvaje espabiló
halló en sus patas rastros de sangre
vio que no eran patas sino pies
vio que no fue una bestia inofensiva a la que pateó
sino a una mujer.
Y no a cualquier mujer
El hombre bestia golpeó a la madre de sus silencios
de sus secretos, de su llanto y soledad.
Pobre bestia que creyó ser hombre
pobre hombre convertido en bestia
Ahora solo se le escucha rebuznar
perdido
solo
sin vuelta atrás.
Poeta invitada: Dina Luz Pardo Olaya
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