Noche de estrellas y luna nueva
que ilumina la cama de los amantes,
susurros lujuriosos que a otra dimensión los lleva
y en el silencio solo se oye los latidos de una pasión galopante.
Besos y saliva cubren las pieles
de los bandidos que al sol le roban su calor,
fauces que devoran carnes y mieles,
morbo y palabras sin ningún pudor.
Crecientes ansias enervan el hambre
de las fieras que erizadas se miran,
la espalda del apolo sabe que hoy correrá su sangre
y el fiel escudero espera la orden que su amo diga.
Resbaladiza la gruta venusiana,
se apresta al asalto triunfal
del emperador y atizador de sus ganas,
le ha preparado un caldo muy especial.
Los dioses prueban la dulzura de sus armas
antes que el despiadado convexo se hunda en sepultura,
de la lengua del macho ningún rincón se salva
y el cíclope exige delirante mostrar su bravura.
Sin noción de tiempo y espacio,
transcurre la sofocante contienda,
el fulgor del fuego líquido traspasa las paredes del palacio
y los sonidos del placer son más fuertes que mil dragones
sin rienda.
La victoria es para ambos combatientes
que poco a poco sienten venir la calma,
el amor y el deseo fueron sus sirvientes
y el mundo conspiró para la unión de sus almas.
Tania Castro
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