Yelmo de papel y escudo de cartón,
armadura de chocolate y coraje de dragón,
blando afilada espada de girasol
luchando por ser fiero, pero sucumbo ante el amor.
Oculto mi flaqueza en máscara de bravura
intentando ser un gigante temido
por algún lado brota mi ternura,
el titán se desnuda en un consentido malherido.
¿A quién culpo de mi debilidad?
¿Cómo puedo hacerme el fuerte?
Si no tengo rencor ni maldad,
ni malicia ni odio y muy poca suerte.
La bondad me ha arrodillado,
la soledad me ha hecho llorar,
por mis ojos, mi ser he derramado
y por poco un adiós me logra matar.
Dulce canto a mis oídos suaviza mi violencia
la voz de quien me habla con cariño,
que espanta mi enojo para que nazca mi paciencia
y reduzca mi furia a la dulzura de un niño.
Momentos de poesía y pensamiento ablandan mi fortaleza,
aquella que he logrado endurecer con mis males,
pero mi amado querubín me desarma con su admirable nobleza,
resucita mi alma marchita y me olvido de mis pesares.
Se ha caído mi disfraz de hombre duro,
aunque mi mente piense un “no”, un “si” es lo que doy,
llevo en mi ser el sentimiento más puro
y eso inevitablemente mostrará lo que realmente soy.
Invitado: José Gregorio Hoyos Muñoz
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