Hoy, en el confesionario hablamos Sin Recato con Camila (*), una joven caleña de 35 años, que después de perder 20 kilos afirma que recuperó su deseo sexual: “Me miraba en el espejo y no sabía quién era, me sentía fea, ya no me quedaba mi ropa y cuando me quedaba, me sentía sellada, no podía ni respirar. El sexo con mi esposo empezó a volverse repetitivo, con la luz apagada, no me quitaba ni la bata (pijama) era más por cumplirle a él, porque yo no sentía ganas”.
Y aunque admite que su esposo no le decía nada por su aspecto, si empezó a reclamarle porque ella no quería estar con él: “Era algo muy raro, porque yo siempre he sido una mujer caliente y de un momento a otro me convertí en un témpano de hielo. A veces estaba bien con él hablando, riéndome, pero apenas se ponía cariñoso, me incomodaba inmediatamente, me bloqueaba y no podía disimular. Inventaba mil excusas, Le decía que estaba cansada, que tenía dolor de cabeza, mil excusas para no estar con él”.
Camila dice que nunca tuvo problemas con su peso, solo que empezó a descuidarse con su alimentación y su vida se tornó sedentaria. “No hacía ejercicios y aunque no consideraba que comiese mucho, si picaba y el dulce me gustaba cada vez más y era el premio después de tener una semana de arduo trabajo”.
Pesaba 60 kilos y el día que fue al médico a un control general no lo podía creer. “Cuando vi que la báscula marcaba 90 kilos, no sé qué me dio. Me asusté. Se me quitó el hambre me dio de todo. El médico me dijo que tenía sobrepeso y me remitió donde la nutricionista.
De inmediato, empezó a comer balanceado, a preparar su almuerzo y a llevárselo al trabajo: “No fue fácil. Yo no desayunaba, me tomaba un café, almorzaba una hamburguesa con gaseosa y papitas y la cena era cualquier cosa. No tenía conciencia de mi alimentación. Empecé a desaprender esos malos hábitos que tenía”.
Por supuesto, en un mes se notaba el cambio, su ropa le quedaba holgada, se sentía más segura de sí misma: “Es increíble como al bajar de peso recuperé la confianza en mí como mujer. El espejo era mi verdugo, por eso ya no compraba ropa, siempre me veía deforme. Así que me castigaba. Ahora me siento feliz cuando me veo en el espejo”, confiesa pícaramente.
Como Camila hay muchas mujeres que, en silencio, sufren mientras encuentran una explicación a su bajo deseo sexual. Expertos en salud, confirman que el aumento de grasa corporal provoca una disminución de los niveles de testosterona, que es la hormona que regula el deseo sexual.
Otro aspecto importante, es el psicológico. En el caso de las mujeres, cuando, por ejemplo, van a un almacén y no encuentran ropa de su talla, empieza el conflicto con su cuerpo, con su autoestima y finalmente termina afectando su vida social y por supuesto su intimidad porque se sienten inseguras frente a los demás.
Otra dificultad que provoca la obesidad y el sobrepeso es quedar embarazada. Por mucho tiempo, Camila y su esposo lo intentaron: “Falta muy poco para tener el peso ideal y aunque suene raro en estos momentos si planeamos tener un bebé. Antes me daba miedo quedar embarazada porque tenía sobrepeso y leía mucho que podía terminar con hipertensión y diabetes”, cuenta con ilusión.
“En la medida que empecé a adelgazar, la llama de la pasión, volvió a encenderse. Volví a sentir, espontáneamente, ganas de estar con mi esposo, como antes; era yo otra vez”, afirma con alegría.
(*) Nombre cambiado
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